El temor al fracaso nos hace renunciar a muchas cosas. Nos hace olvidar decisiones, acciones, emprender nuevos proyectos… que sin ese miedo irracional e infundado, en la mayoría de las ocasiones, tomaríamos, realizaríamos.
¿Qué es realmente el fracaso?
Según la RAE el «fracaso» (de fracasar) es:
1. m. Malogro, resultado adverso de una empresa o negocio.
2. m. Suceso lastimoso, inopinado y funesto.
3. m. Caída o ruina de algo con estrépito y rompimiento.
4. m. Med. Disfunción brusca de un órgano.
¿Pensamos en esta definición como fracaso? Yo pienso que no. Realmente, tememos al fracaso antes de que se produzca. Tendemos a pensar más que algo a lo que nos arriesgaremos nos saldrá mal a que nos saldrá bien. Es una cuestión actitudinal.
Si pensamos que vamos a fracasar en nuestros proyectos, nunca nos atreveremos a realizarlos, y siempre nos quedará la duda de «¿y si hubiera tenido éxito?»
Soy de las que piensan que es mejor arriesgarse porque prefiero decirme a mí misma «¿y si sale bien?» Si no te arriesgas no lo sabes, y si una vez te arriesgas, fracasas, quizás sea porque ese proyecto no estaba del todo definido y habría que matizarlo, o darle un giro… Además, si fracasas, pues nada, ha ido mal, pero lo has comprobado, no ha sido sólo tu pensamiento, y piensa que podría haber ido bien y al menos has sido fiel a lo que sentías y lo has intentado. Pero no merece la pena temer al fracaso sin saber el resultado.
Sólo tú puedes juzgar cuándo ha sido un fracaso o un éxito. Sólo tú puedes decidir qué camino quieres tomar en función de tus actitudes.
Pero una cosa está clara: Hay que aprender a perderle el miedo al fracaso.