Cuando una persona se dedica a cuidar a otra, contempla cómo varias de sus esferas física, psíquica y social se ven afectadas por esta actividad.
Una persona cuidadora puede sufrir distintos cuadros provocados por la situación que implica dicho cuidado como un cuadro depresivo, insomnio, irritabilidad, cambios de humor, disminución de sus defensas que se puede reflejar en distintas afecciones médicas, además del coste económico que supone hacerse cargo de un paciente con alguna patología.
Sin embargo, también el hecho de cuidar a otra persona nos puede aportar aspectos positivos a los que tenemos que aferrarnos para que no solo nos dejemos llevar por las consecuencias negativas que tiene esta labor.