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Consecuencias psicológicas de la cuarentena por Covid-19

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Mujer aislada

La pandemia por COVID-19 ha traído distintas consecuencias tanto a nivel personal como social. Entre estas consecuencias, nos encontramos los sentimientos y emociones experimentados por quienes hemos tenido que hacer una cuarentena y estar aislados socialmente, ya sea en casa o en una habitación de casa, por haber contraído la enfermedad.

La cuarentena es una medida efectiva impuesta por las autoridades sanitarias con el objetivo de detener la propagación del virus, ya que, a fecha de hoy, aún no está controlado. Siguiendo a la RAE, la cuarentena es “el aislamiento preventivo al que se somete durante un período de tiempo, por razones sanitarias, a personas, animales o cosas”. Es un método de prevención para no “contaminar” a las personas de nuestro entorno que no tengan la enfermedad con la intención de protegerlas. 

Sin embargo, que sea una medida de prevención no significa que no se viva como una experiencia desagradable.

Afrontar la ruptura

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Pareja tras ruptura en un banco

Finalizar una relación sentimental no es fácil, independientemente de que seas tú quien ha decidido cortar o seas la persona dejada. 

Es importante tener en cuenta que una ruptura sentimental es un proceso doloroso, ya que se rompe un vínculo con otra persona. Esto es independiente del tiempo de relación, igual de dolorosa puede ser una ruptura para una pareja que llevara junta 10 años como para una que llevara 2 meses. Un factor que sí que puede influir en este dolor es que sea una ruptura traumática, es decir, el motivo de la ruptura sea totalmente inesperado o sea por una situación vivida como muy desagradable como por ejemplo, contemplar una infidelidad. 

Los aspectos positivos de cuidar

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Cuidadora y paciente sentadas en una hamaca

Cuando una persona se dedica a cuidar a otra, contempla cómo varias de sus esferas física, psíquica y social se ven afectadas por esta actividad.

Una persona cuidadora puede sufrir distintos cuadros provocados por la situación que implica dicho cuidado como un cuadro depresivo, insomnio, irritabilidad, cambios de humor, disminución de sus defensas que se puede reflejar en distintas afecciones médicas, además del coste económico que supone hacerse cargo de un paciente con alguna patología.

Sin embargo, también el hecho de cuidar a otra persona nos puede aportar aspectos positivos a los que tenemos que aferrarnos para que no solo nos dejemos llevar por las consecuencias negativas que tiene esta labor.

El paciente oculto

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Mujer paseando a un hombre (paciente) en silla de ruedas

Una persona dependiente va asociada a una cuidadora, ya que la necesita para su día a día. Normalmente, nos preocupamos de que a la persona dependiente no le falte nada e intentamos proporcionarle todos los cuidados necesarios, olvidando a la persona cuidadora, hecho que puede convertirla en paciente oculta.

Ser cuidador/a representa un gran cambio en el modo de vida. Implica adaptarse a una situación diferente, cambiando las funciones habituales, las responsabilidades, las preferencias, la realización de tareas (asumiendo más de las que ya se tenía en la mayoría de los casos), y pudiendo desatender así el cuidado físico, psicológico y social para atender las necesidades de la persona cuidada.

Esto puede derivar en una doble vertiente, por un lado, puede generar sensación de utilidad, de compensación por lo que esta persona hizo anteriormente por nosotros/as, y una mayor unión con la persona cuidada. Por otro lado, puede resultar abrumador y generar incertidumbre, ante lo cual se pueden dar multitud de respuestas según la persona.

Aprender a controlar la ira

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Chica gritando

A pesar del «prejuicio» que se tiene respecto a la ira por considerarla una «emoción negativa«, la ira es una emoción normal que hay que aprender a gestionar como el resto de las emociones.

Si dejamos que nuestra ira nos haga explotar y no la gestionamos correctamente, nos afectará pudiendo perjudicar nuestra salud física (aumento de la tensión arterial, sudoración, taquicardia, etc.) además de la mental debido a los pensamientos negativos posteriores sobre cómo hemos reaccionado. Asimismo, también puede perjudicar a nuestro entorno, especialmente a la hora de relacionarnos con otras personas.

Miedo a salir a la calle

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Hombre mirando a la calle desde su ventana

Ya hay bastantes territorios que se encuentran en la fase 3 de la desescalada debido a la pandemia por el COVID-19. Sin embargo, ha sido una situación tan estresante y traumática para muchas personas que ha derivado en que algunas de ellas tengan miedo a salir a la calle o recuperar su vida “normal”.

El confinamiento ha provocado la obligación de permanecer en casa durante un largo período de tiempo para evitar el contagio de coronavirus, limitándose las salidas en un primer momento a ir a la compra y suplir necesidades básicas. Poco a poco se fueron liberando las restricciones, ampliándose las actividades para las que se podía salir, los horarios, etc.