En estas fechas tan cercanas a la Navidad, parece que empezamos a concienciarnos de que nos esperan unas “buenas comilonas”. Pero, ¿por qué comemos más en los días señalados de esta festividad que en otros días del año?
En general, en los países desarrollados, la comida ha pasado de ser una necesidad meramente fisiológica a formar parte también de nuestro ámbito social. Comiendo podemos perseguir el fin de agradar a otras personas que nos preparan la comida esperando que la disfrutemos. Además de esto, muchas de nuestras relaciones sociales giran en torno a la comida, ya que quedamos con nuestros amigos para comer por ahí, por ejemplo.
En Navidades se producen reuniones frecuentes con personas a las que queremos y hace tiempo que no vemos, y también con otras personas con las que nuestra relación no es tan buena. En este último caso, podemos recurrir a la comida como forma de evitar mantener una conversación que no deseamos. Además de esto, también se puede aplicar lo comentado en el párrafo anterior, es decir, comer porque una persona a la que queremos ha dedicado tiempo y dedicación a realizar la comida, y puede quedar como un mal gesto no comer o comer poco. Podemos pensar que, si no comemos, esta persona se sentirá dolida, e incluso nos podrá preguntar, “¿por qué no comes? ¿Es que no te gusta?” Esta pregunta probablemente nos hará sentirnos culpables por no comer y terminaremos comiendo más de lo habitual y de lo que realmente necesitamos.
Asimismo, cuando llegan estas fechas ingerimos alimentos que durante el resto del año no. Hay hogares en los que se hace una comida especial sólo para estos días, y el resto de días del año no se come. También tenemos el ejemplo de los típicos dulces navideños como el turrón, los mantecados, el roscón de reyes… Son dulces que sólo tenemos disponibles en Navidad, por lo que podemos llegar a tener el pensamiento de “hay que aprovechar ahora, que el resto del año no lo puedo comer”. Esto puede derivar en un “atracón” de estas comidas porque hasta el año que viene no lo volveremos a probar.
Además de esto, parece que es casi una tradición comer de más y está aceptado por todos. Nosotros mismos nos concienciamos y anticipamos a que vamos a comer de más, por lo que finalmente cumplimos con la expectativa que nos hemos hecho previamente.