La obesofobia o pocrescofobia se define como el miedo o el desagrado exagerado a engordar o hacia la gordura de otros. Es un miedo presente, especialmente, en sociedades occidentales.
Es un temor que pueden desarrollar tanto hombres como mujeres, aunque las mujeres son quienes poseen actitudes más negativas hacia la imagen corporal. Este temor a aumentar de peso o a tener obesidad puede fomentar la realización de conductas de riesgo alimentarias. La persona puede tender a compensar de alguna forma lo que ingiere, ya sea con ejercicio físico o vómitos autoinducidos, y/o a restringir la alimentación. Se muestra una alta preocupación por el peso y la figura.
Este miedo o rechazo al aumento de peso puede derivar en trastornos de la conducta alimentaria (TCA) como la anorexia nerviosa o la bulimia. De hecho, hay autores que refieren que la obesofobia estaría en la base de estos trastornos de la conducta alimentaria. En este sentido, podría considerarse más como otro factor presente en la sintomatología de los mismos que como una «fobia» propiamente dicha.
En el caso de la mujer adulta, por ejemplo, se puede pasar por periodos de embarazo, lactancia, alteraciones menstruales… que unido a la reducción de la actividad física, y/o a sufrir alguna patología como la depresión, puede influir en su miedo a engordar y, por ello, realizar conductas para todo lo contrario.
Al igual que los trastornos de la alimentación, es más prevalente en mujeres que en hombres. También es más probable que se dé en gente joven que en la madurez tardía o la vejez. Esto se podría relacionar con los modelos corporales actuales, entre otros factores, que hacen referencia a que la delgadez equivale a belleza, a juventud y a éxito, especialmente en el caso de las mujeres.
Nos vemos bombardeados por un entorno en el que se le concede a la imagen una gran importancia, especialmente en los medios de comunicación y tenemos que aprender a desarrollar estrategias para no dejarnos vencer por estos estereotipos impuestos desde fuera.