María Villegas. Psicóloga

Reaviva la llama del deseo

chica en la cama con pétalos de rosa

La llama de la pasión y el deseo puede llegar a apagarse. Las relaciones sexuales en pareja no suelen tener una constancia invariable. Hay períodos en los que son más intensas y frecuentes y otros en los que menos. En general, al inicio de la relación este tipo de contacto es mucho más explosivo en todos los sentidos. Esto se puede explicar debido a la novedad, las ganas por vivir distintas experiencias, etc. Sin embargo, conforme pasa el tiempo, el sexo tiende a disminuir y a perder intensidad.

Si esto es temporal, es decir, si hay períodos en los que esa intensidad disminuye, pero en otros se recupera, no tenemos de qué preocuparnos, ya que es difícil, con las vidas que llevamos, mantener un ritmo constante. A veces, por preocupaciones laborales o familiares del día a día, no pensamos siquiera en el sexo, pero una vez que dichas preocupaciones desaparecen, se recupera el ritmo sexual.

¿Por qué puede disminuir el deseo?

Además de las preocupaciones mencionadas, el deseo puede disminuir cuando la mujer se queda embarazada, y/o cuando empiezan a llegar los hijos, tanto por motivos hormonales y fisiológicos como por disminución del tiempo del que disponemos. Lo mismo puede ocurrir a la llegada de la menopausia.

También factores como el estrés, las prisas, sintomatología depresiva o ansiosa pueden afectar en la apetencia de las relaciones sexuales.

Asimismo, la dieta y el ejercicio físico que realicemos también puede influir, ya que si nos sentimos pesados, la probabilidad de que queramos intimar se va a ver mucho más reducida que si llevamos una alimentación sana que nos permita sentirnos ligeros. La dieta que sigamos suele influir en nuestro aspecto físico y podremos considerarnos más o menos atractivos, lo cual también influye a la hora de rehuir las relaciones sexuales. Si no te sientes lo suficientemente atractivo, pensarás que tampoco se lo resultarás a tu pareja, lo que provocará que tu deseo disminuya.

Las altas expectativas respecto al sexo pueden hacer que si no se corresponde la realidad con lo que esperamos, decaiga nuestro deseo. En esto también influye la visión del sexo que se emite en películas, anuncios, pornografía, etc. donde además los cuerpos físicos de las personas que aparecen no tienen porqué corresponderse con los propios, puede parecer que tienen una energía inagotable, que pueden adoptar posturas casi imposibles…

En este mismo sentido, también nos puede influir lo que denominamos «la norma», es decir, los comentarios tipo «tienes que practicar sexo X veces a la semana, durante X tiempo», a pesar de que lo importante es que el cómo, el dónde, el cuándo y el cuánto satisfaga a la pareja.

Por último, la rutina es lo que más daño hace a nuestro deseo. Suele ser el factor clave para que nuestra llama disminuya. Hacer siempre lo mismo, de la misma forma, en el mismo lugar… termina por cansarnos y dejar de llamar nuestra atención. 

¿Cómo podemos reavivar la llama?

Como en otras muchas circunstancias que se dan en pareja, no hay que olvidar que la comunicación es fundamental para superar los obstáculos que puedan aparecer. Es importante que ésta sea fluida, de confianza y afectiva para transmitir lo que sentimos y lo que nos preocupa acerca del momento que estamos atravesando. De esta forma fomentaremos la comprensión en el otro, un diálogo efectivo y una solución de mutuo acuerdo.

Aunque parezca obvio, es necesario hacer hincapié en que una relación de pareja es algo construido por y para dos, por lo que ambos miembros tienen que ser partícipes de la misma.

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