María Villegas. Psicóloga

¿Cómo nos afecta la pornografía?

Cómo nos afecta la pornografía

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Hoy en día estamos rodeados de contenido sexual, ya sea en televisión, radio, prensa, etc. Sin embargo, este contenido sexual suele estar implícito y quedarse en una “sugerencia”.

Sin embargo, si queremos un contenido sexual más explícito, recurrimos directamente a la pornografía, a la cual cada vez es más fácil de acceder gracias a Internet. De hecho, no es preciso buscar siquiera nada relacionado con el porno, simplemente meterte en una página web sin tener activado un bloqueador de publicidad, y empiezan a salir un montón de ventanas con contenido sexual. Pero, aunque esté Internet y sea fácil acceder a páginas web de pornografía, siguen existiendo y comprándose en la actualidad revistas eróticas, libros, películas…

La pornografía puede ser un entretenimiento y modo de obtener placer para algunas personas, mientras que para otras puede convertirse en una verdadera adicción. Y, por supuesto, a algunas que no les guste nada en absoluto.

El porno puede “hacernos daño” si no sabemos lo que vemos, es decir, si no distinguimos ficción de realidad. Creer que lo que vemos de pornografía es la realidad del comportamiento sexual, en general, es un gran error que bastante gente suele cometer, lo cual puede derivar en que nuestro propio comportamiento se altere. Esta alteración puede afectar tanto a nuestra familia como a nosotros/as mismos/as.

La pornografía puede producir adicción. ¿Por qué? Con la pornografía, se produce un sentimiento de euforia, una estimulación placentera debido a que en nuestro cerebro se liberan sustancias químicas que lo provocan. Por este motivo, se busca consumir pornografía más a menudo, para sentir la misma sensación, experimentar placer. Esto es similar a lo que sucede con el alcohol, por ejemplo, cuando se vuelve una adicción. Tu vida empieza a girar en torno a esta nueva fuente de estimulación, llegando a generarte ansiedad si no la realizas, por lo que la adicción al porno se mantiene o incluso aumenta.

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¿En qué nos puede afectar la pornografía?
  1. Si se está en una relación de larga duración y se consume de manera excesiva pornografía, pudiéndose considerar incluso una adicción a la misma, puede provocar que la persona deje de sentirse satisfecha con su pareja, llegando, por esto mismo, a dejar de sentir deseo hacia la misma y distanciándose cada vez más de ésta.
  2. Aunque no es que tengan un gran argumento, los vídeos porno te pueden ayudar a fantasear. Intentar cumplir este tipo de fantasía cuando se tiene pareja, puede provocar la ruptura de la misma, ya sea por querer hacer algo que la otra persona no está dispuesta a hacer, o bien por querer llevar la fantasía de la infidelidad a la realidad.
  3. Puede disminuir nuestra autoestima si comparamos nuestro físico o nuestro “rendimiento” durante el encuentro sexual, provocando incluso que se eviten dichos encuentros y prefiriendo la masturbación mientras se ve porno.
  4. Según el tipo de pornografía que se vea, ya que hay un amplio abanico donde elegir, puede que cambie incluso nuestra personalidad, tratando a nuestra pareja sexual como un ser inferior o sumiso o, todo lo contrario, puedes convertirte en un auténtico sumiso. Esto puede extenderse más allá del plano sexual, y tratar a estas personas o dejarnos tratar de la misma forma en otros ámbitos de nuestra vida o generalizarlo a todos ellos.
  5. Puede frustrar encuentros sexuales si tu pareja no cumple con las expectativas que el visionado de pornografía te haya creado.
  6. Al igual que en el punto anterior, según el tipo de pornografía, se puede llegar incluso a poner en peligro nuestra integridad física o la de nuestra pareja sexual por querer imitar lo que se ha visto o leído, incluyendo las enfermedades de transmisión sexual (ETS).
  7. Cuando una persona se vuelve adicta a la pornografía, esto, además de influir en otras áreas de su vida como la familiar o la social, puede llegar a sentir vergüenza por mantener este comportamiento y no ser capaz de controlarlo.

Todo esto no significa que el porno sea malo. Puede servir como estímulo para algunas personas y/o parejas, para despertar el interés sexual o enriquecerlo.

Sin embargo, hay que distinguirlo de la realidad, y no intentar imitar todo lo que se hace. No hay que permitir que influya en nuestra forma de actuar y tratar a los/as demás, que siempre debe ser desde el respeto y la igualdad, y, por supuesto, no abusar de él para evitar convertirlo en una adicción.

Si piensas que puedes tener alguno de los problemas señalados en este artículo, no dudes en realizar una consulta profesional.

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