María Villegas. Psicóloga

La masturbación compulsiva

Chica en la cama

Masturbarse es una conducta que forma parte de la sexualidad tanto femenina como masculina.

La masturbación, además de para darnos placer, también sirve para conocer y aprender sobre nuestros cuerpos, lo que nos gusta y lo que nos excita y lo que no. El problema viene cuando esta práctica se realiza de una manera continua, pudiendo darse varias veces en el mismo día (con algunas horas de por medio) o entre escasos días. Supone pensamientos recurrentes (obsesivos) que se afrontan mediante la masturbación compulsiva.

La adicción a la masturbación es conocida como una adicción de “proceso”, el sentimiento eufórico o estimulante, proviene de químicos liberados en el cerebro, en lugar de una fuente externa. A medida que la mente se acostumbra a la liberación de estos químicos, busca recursos continuos para obtener dicha estimulación. El acto debe ser repetido para reducir o anular una tensión psíquica producida. Las personas se masturban para disminuir su nivel de ansiedad, al igual que lo hacen aquellas que toman una medicación, o recurren al tabaco, alcohol u otras drogas y conductas.

Consiste en conductas estereotipadas que escapan al control del sujeto, interfiriendo en su vida diaria, y que no puede dejar de practicar a pesar de los aspectos negativos que implica como: sentimientos de culpa, disminución de la autoestima, ruptura de pareja, daño ocasionado a la familia, problemas legales, problemas económicos o amenaza de pérdida de empleo, e incluso intentos de suicidio. Los pensamientos y conductas van ocupando cada vez más espacio en la vida de las personas afectadas, que puede derivar en el descuido de su aspecto físico y salud, así como las actividades sociales, laborales o familiares.

El masturbador compulsivo es como un alcohólico que se caracteriza por una hipersexualidad que, al no saciarse, está permanentemente presente en el individuo. No le interesa la ternura ni la calidez en la relación íntima, y manifiesta una pérdida de control.

La dependencia al sexo, en este caso mediante la masturbación, también va acompañada de un síndrome de abstinencia, caracterizado por nerviosismo, irritabilidad, ansiedad, dolores de cabeza, temblores e insomnio.

El hecho de masturbarse se convierte en una necesidad, y la persona adicta no tiene el poder suficiente para controlarlo y/o evitar masturbarse.

Puede darse el caso de que la persona se distancie de las relaciones sexuales y prefiera las prácticas auto-eróticas y de auto-estimulación.

Masturbarse rápido, con el único fin de eyacular para desahogarse, provoca una pérdida de energía sexual, afectando además a los circuitos neurofisiológicos que participan en la respuesta sexual masculina. De este modo, cuando el hombre tenga un encuentro sexual con otra persona puede estar condicionado por el hábito de la masturbación compulsiva, tendiendo así a eyacular rápido para obtener un placer inmediato que lo “desahogue”. Lo que lleva a la búsqueda de la relación sexual es más el alivio que la búsqueda del bienestar o el placer. El sexo se convierte en un remedio para reducir el malestar emocional.

No es frecuente que lleguen a presentarse síntomas físicos como orgasmos secos o sangre en el semen, aunque pueden darse. Los problemas más comunes que se presentan son las dificultades en relación con la pareja y relaciones sociales en general.

Hablamos de masturbación compulsiva cuando hay una pérdida de libertad por parte de la persona afectada (recurre a sus conductas sexuales sin ser capaz de evitarlas), cuando hay ansia y fantasías/pensamientos recurrentes, cuando se convierte en el centro de su vida y supone una interferencia grave en su vida cotidiana (malestar emocional y consecuencias negativas).

La motivación para buscar tratamiento suele ser bastante baja porque la hipersexualidad se tiende a considerar como un vicio, y no como un trastorno.

Como medida de tratamiento, aunque en la mayoría de los casos es recomendable el apoyo de un/a profesional, se pueden establecer metas cortas, como, por ejemplo, evitar el masturbarse cada X horas, y espaciarlo más en el tiempo; evitarlo durante X días y cada vez aumentar más esa cantidad de días hasta que la práctica sea cada vez menos común y no interfiera en su vida diaria. Hay que tener claro que el objetivo final no es dejar por completo la masturbación, ya que es una conducta sexual sana, sino tener capacidad para controlarla.

Si necesitas ayuda profesional para superar la masturbación compulsiva no dudes en contactar conmigo.

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