Ambos síndromes implican compulsiones sexuales teniendo como base la promiscuidad con múltiples personas relativamente desconocidas.
El «Síndrome de Don Juan» se corresponde con una compulsión consistente en conquistar nuevas personas sexualmente. Se da tanto en personas con pareja como en solteras, aunque lo normal es que esta conducta influya en la pareja y acabe por destrozar su estabilidad. La base de este síndrome se puede encontrar en el narcisismo de la persona y una insaciable necesidad de la admiración de los demás y la afirmación de uno mismo al verse reflejado en los ojos de otra persona. La persona narcisista tiende a ser insegura, por lo que no le interesan las relaciones comprometedoras porque teme que a la larga su pareja descubra sus defectos. Esto no significa que todas las personas narcisistas tengan este síndrome; pero de igual forma, para enfrentarnos a este síndrome habría que trabajar dicho narcisismo.
El otro síndrome mencionado, el Síndrome de la Autodestrucción, incluye dos características personales concretas: la dependencia y el masoquismo. En este caso, la motivación de la persona no es ser afirmada, como en el anterior, sino el ser explotada e incluso dañada.
Este síndrome pretende la autodestrucción y la persona que lo padece se expone a situaciones precarias con personas anónimas. No suele utilizar protección para prevenir el contagio de enfermedades venéreas, por lo que tarde o temprano sufre consecuencias
que supone y de su auto-rechazo. Se necesitarían largas terapias, e incluso tratamiento psiquiátrico, y en situaciones extremas, hospitalizar al/la paciente.