La pandemia por COVID-19 ha traído distintas consecuencias tanto a nivel personal como social. Entre estas consecuencias, nos encontramos los sentimientos y emociones experimentados por quienes hemos tenido que hacer una cuarentena y estar aislados socialmente, ya sea en casa o en una habitación de casa, por haber contraído la enfermedad.
La cuarentena es una medida efectiva impuesta por las autoridades sanitarias con el objetivo de detener la propagación del virus, ya que, a fecha de hoy, aún no está controlado. Siguiendo a la RAE, la cuarentena es “el aislamiento preventivo al que se somete durante un período de tiempo, por razones sanitarias, a personas, animales o cosas”. Es un método de prevención para no “contaminar” a las personas de nuestro entorno que no tengan la enfermedad con la intención de protegerlas.
Sin embargo, que sea una medida de prevención no significa que no se viva como una experiencia desagradable.
La cuarentena en una habitación
Cuando convives con más personas y solo tú das positivo, tienes que aislarte en una habitación de la casa, intentando no salir de la misma salvo para ir al baño, si es que la habitación no tiene baño propio. Si hay más de un baño, las autoridades recomiendan que la persona infectada use un baño y el resto de miembros del hogar usen otro diferente para no entrar en contacto con las superficies que toca la persona infectada. Esto se complica cuando solo hay un baño que hay que compartir por personas contagiadas y no contagiadas, teniendo que limpiar tras cada uso por la persona contagiada el baño para su desinfección.
La persona que está contagiada pasa un día tras otro entre cuatro paredes, que pueden ser más o menos pequeñas, según los metros cuadrados de la misma. Estar todos los días que dure la cuerenta en la misma zona, sin poder continuar con tus rutinas, sin poder salir a la calle, sin siquiera poder ir a la cocina a por un vaso de agua si tienes sed, es algo que agota psicológicamente.
La persona que está aislada en esa habitación, además del sentimiento de aislamiento, se siente dependiente de otra/s persona/s conviviente/s, ya que una tercera persona tiene que encargarse de proveerle lo que necesita para que ella no salga, por ejemplo, llevarle la comida, medicación si requiere, algo concreto que solicite, etc.
También puede experimentar sentimientos de anhelo por querer estar cerca de sus seres queridos, poder darle un beso o un abrazo a su pareja y/o hijos/as, por ejemplo.
Esto puede contribuir a que la persona sufra estrés, apatía, sentimientos de tristeza, ansiedad, claustrofobia, ira, irritabilidad o insomnio, puesto que pasan las horas pero solo puedes hacer las mismas cosas, pudiendo generar sentimientos de frustración y aburrimiento.
La persona en cuarentena también puede experimentar sentimientos de culpa por haberse contagiado, miedo por contagiar al resto de personas convivientes o por las secuelas que pueda sufrir, ya sean físicas o psicológicas.
La cuarentena en casa
Aunque esta cuarentena también es desagradable porque también interrumpe nuestra rutina, es un poco más liviana que la que se lleva a cabo en una habitación, ya que puedes moverte algo más (en función de lo grande que sea tu casa).
En este tipo de cuarentena la dependencia es menor. Aquí, por ejemplo, tú mismo/a puedes prepararte la comida, el miedo a contagiar a convivientes desaparece, bien porque vivas solo/a, bien porque el resto de miembros también estén contagiados. Aún así, puedes sentir dependencia si alguien tiene que traerte la compra, por ejemplo. Sin embargo, esto no será algo que experimentes varias veces al día como en el caso anterior.
Aunque no puedas salir a la calle, si tu casa dispone de balcón o terraza, te aliviará la sensación de angustia del “encierro”.
A pesar de esto, los sentimientos y emociones que puede experimentar una persona que afronta una cuarentena, aunque se pueda mover por toda su casa, son idénticos al caso anterior, exceptuando la claustrofobia y el miedo a contagiar a otros/as convivientes.
En este tipo de cuarentena pueden también aparecer ciertos desórdenes alimentarios, aunque con menor frecuencia, debido, sobre todo, al aburrimiento, como comer más de lo que se necesita o comer menos sano de lo habitual.
Recomendaciones
Si tienes que hacer cuarentena, independientemente del espacio que tengas para hacerlo, puedes intentar poner en práctica algunas de las siguientes recomendaciones:
- Procura organizarte y establecer una nueva rutina con lo que tengas a tu disposición. Por ejemplo, puedes dedicar un rato de tu día a leer, ver una serie, jugar, etc.
- Practica algún ejercicio de relajación/meditación una o dos veces al día.
- Haz ejercicio si tu estado de salud te lo permite. Incluso aunque estés en una habitación pequeña, puedes hacer algunos ejercicios que también te ayudarán a desconectar y harán que te sientas mejor.
- Mantén el contacto social a través del teléfono, las videollamadas o redes sociales. Esto reducirá la sensación de aislamiento y aumentará la sensación de apoyo social.
- Sigue una dieta saludable.
- Repite para ti mismo/a que permaneciendo en cuarentena estás ayudando a detener el virus y cuidar de tus seres queridos.
Referencias:
Broche-Pérez, Y., Fernández-Castillo, E., Reyes Luzardo, D.A. (2021). Consecuencias psicológicas de la cuarentena y el aislamiento social durante la pandemia de COVID-19. Rev Cubana Salud Pública 46 (Suppl 1). Recuperado el 1 de enero de 2022 de: https://scielosp.org/article/rcsp/2020.v46suppl1/e2488/es/
Cuarenteno, na. (2021) Real Academia Española. Recuperado el 1 de enero de 2022 de: https://dle.rae.es/cuarenteno
El impacto psicológico de la cuarentena y cómo reducirlo, según un estudio. (2020). Infocop. Recuperado el 1 de enero de 2022 de: http://www.infocop.es/view_article.asp?id=8630