María Villegas. Psicóloga

El paciente oculto

Mujer paseando a un hombre (paciente) en silla de ruedas

Una persona dependiente va asociada a una cuidadora, ya que la necesita para su día a día. Normalmente, nos preocupamos de que a la persona dependiente no le falte nada e intentamos proporcionarle todos los cuidados necesarios, olvidando a la persona cuidadora, hecho que puede convertirla en paciente oculta.

Ser cuidador/a representa un gran cambio en el modo de vida. Implica adaptarse a una situación diferente, cambiando las funciones habituales, las responsabilidades, las preferencias, la realización de tareas (asumiendo más de las que ya se tenía en la mayoría de los casos), y pudiendo desatender así el cuidado físico, psicológico y social para atender las necesidades de la persona cuidada.

Esto puede derivar en una doble vertiente, por un lado, puede generar sensación de utilidad, de compensación por lo que esta persona hizo anteriormente por nosotros/as, y una mayor unión con la persona cuidada. Por otro lado, puede resultar abrumador y generar incertidumbre, ante lo cual se pueden dar multitud de respuestas según la persona.

Cuidar implica un gran impacto en todas las áreas personales de la persona que asume los cuidados.

¿Qué significa ser paciente oculto?

Ser paciente oculto significa que una persona cuidadora se convierte en paciente al desatender sus propias necesidades.

Quien cuida a otra persona tiene que atender múltiples esferas de ésta, no solo la física. También tiene que entender la enfermedad/situación que padece la persona a quien cuida, aceptar los cambios que haya tenido esta persona y, a veces, ayudarla a aceptar sus propios cambios con lo que ello conlleva (bajo estado de ánimo, negarse a tomar la medicación, negarse a colaborar en distintos aspectos, mostrar un comportamiento agresivo…). Todo esto genera un gran desgaste tanto físico como emocional.

Los/as cuidadores/as, en especial quienes se encargan de personas con deterioro cognitivo, son en la mayoría de los casos mujeres, sobre todo esposas o hijas. Las cuidadoras tienen un mayor riesgo de tener cefaleas, lumbalgias, alteraciones gastrointestinales, cansancio, depresión e irritabilidad.

Debido a la necesidad percibida de la persona cuidada, la cuidadora no presta atención a su sintomatología, e incluso evita recurrir a asistencia médica, psicológica o social, porque es un tiempo que no puede permitirse «perder», o tomar medicación por si altera su forma de cuidado. En algunos casos puede incluso posponer operaciones o tratamientos necesarios por no «desatender» a su familiar.

Las personas cuidadoras se convierten en pacientes ocultos debido a la sobrecarga que asumen.

¿Cómo podemos evitar convertirnos en paciente oculto?
Referencias:
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