Cuando pensamos en migrar a otro país, podemos creer que va a ser algo fácil, que va a mejorar nuestras vidas. Se ve como un cambio positivo, que ofrecerá nuevas posibilidades económicas, profesionales, personales y sociales. La persona que migra tiende a valorar más las ventajas que los inconvenientes.
Sin embargo, ¿es oro todo lo que reluce?
Emigrar es un proceso que posee unos niveles de estrés muy intensos.
El Síndrome de Ulises, o síndrome del emigrante con estrés crónico y múltiple, es un conjunto de síntomas que afecta a inmigrantes que viven situaciones extremas. El nombre se inspira en el héroe mítico Ulises, quien vivió innumerables adversidades y peligros, lejos de sus seres queridos. Su descubridor fue el psiquiatra Joseba Achotegui.
Cuando se realiza una migración se produce el “duelo migratorio”. Este duelo implica dejar atrás el país de origen, en muchos casos, la familia, los amigos, la cultura, e incluso el idioma. Si este duelo no se supera porque es un “duelo extremo”, es decir, en unas situaciones extremas, difíciles de superar y adaptarse a ellas, puede desembocar en el Síndrome de Ulises.
¿Cuáles son los principales estresores que pueden provocar este síndrome?
- La separación de los seres queridos. La soledad forzada genera un gran sufrimiento, sobre todo, de noche, cuando vienen los miedos, los recuerdos…
- El sentimiento de desesperanza o fracaso del proyecto migratorio si no sale como se había planeado: no conseguir los papeles, no tener trabajo/vivienda o tenerlo en malas condiciones, etc. Pensar en regresar al país de origen sería un fracaso mayor, porque sería reconocido por la gente de su entorno.
- La lucha por la supervivencia: alimentación, vivienda….
- El miedo: peligro del viaje, no disponer de asistencia médica, amenazas de las mafias, a la repatriación, etc.
Aunque estos factores los puede experimentar cualquier persona que migre, no se afrontan de la misma forma bajo condiciones extremas. Y, por supuesto, no es lo mismo padecer un estresor que varios, ya que, de hecho, unos pueden potenciar a otros derivando en una nula sensación de control por parte de la persona.
¿Cuáles son sus síntomas?
- Insomnio.
- Tensión.
- Fatiga.
- Migraña, cefalea.
- Problemas cognitivos (de memoria, falta de concentración, etc.).
- Irritabilidad.
- Tristeza, llanto.
¿Qué hacer si se cree que se tiene el Síndrome de Ulises?
- Consulta con un médico; que descarte otras posibles enfermedades.
- Consulta psicológica; terapia para procesar y superar adecuadamente los duelos.
- Hablar con seres queridos; apacigua la soledad y ofrecen apoyo.
- Disminución del estrés; practicar relajación a diario y hacer ejercicio para aliviar la tensión.
- Una buena alimentación; comer, al menos, cinco veces al día. Lo ideal sería comer cada dos horas, porque se tiene un gran desgaste con este síndrome.
- Pensamiento positivo y fuerza de voluntad.
Por último, hay que tener en cuenta que es un síndrome muy complejo, dado que la forma de expresión de los síntomas variará en función de la cultura de la persona que lo padezca.